A2 Spanish – The Color-Weaver

The Color-Weaver
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El Tejedor de Colores.

Había una vez, en una tierra muy lejana, el mundo era gris. No realmente gris, pero todos los colores lo habían abandonado. Las flores eran pálidas, los árboles eran opacos y el cielo no tenía azul. La gente caminaba con pasos lentos y voces suaves. No reían mucho, porque la alegría se sentía tan desvanecida como su ropa.

En esta tierra vivía un joven llamado Faelan. Tenía un corazón amable y ojos agudos. Faelan recordaba viejas historias que su abuela contaba. Ella hablaba de un tiempo en que el mundo estaba lleno de rojos brillantes y verdes profundos, azules brillantes y amarillos soleados. Ella llamaba a este tiempo “la era de los verdaderos colores”.

Un día, Faelan limpió su pequeña casa. Debajo de una alfombra vieja, encontró un trozo de tela. Era muy viejo y delgado. Pero Faelan vio marcas débiles en él. Como una imagen, pero hecha con hilos. Vio un pequeño trozo de azul brillante, como un sueño del cielo. Esto era un “Tejido de Color”, lo había llamado su abuela. Era un arte perdido hace mucho tiempo. La gente solía tejer los colores del mundo en las cosas. Pero los colores se fueron lentamente, y también el arte.

Faelan miró el pequeño hilo azul. Sintió una pequeña esperanza en su corazón. Decidió averiguar más. Recordó un viejo cuento sobre Glim, un gnomo que vivía en lo profundo del bosque Whisperwood. Glim conocía muchos secretos antiguos.

El bosque Whisperwood era tranquilo y oscuro. Los árboles estaban como fantasmas grises. Faelan caminó durante mucho tiempo. El camino era difícil de ver. Se sentía solo, pero su esperanza por el color lo mantuvo en marcha. Después de muchas horas, encontró un pequeño hueco debajo de un roble muy viejo. Dentro, una pequeña puerta se abrió.

Glim era muy pequeño, con una larga barba blanca y ojos brillantes y curiosos. Llevaba ropa tejida con hojas marrones.
“¿Qué trae a un joven a mi tranquilo hogar?” Preguntó Glim, su voz como hojas crujientes.
Faelan le mostró la vieja tela de Tejido de Color. “Quiero traer los colores de vuelta”, dijo. “¿Sabes cómo?”

Glim miró la tela. Sus ojos se abrieron mucho. “¡Ah, las viejas costumbres! Sí, lo recuerdo. Para tejer colores, debes encontrar la Flor del Corazón. Es una flor que contiene todos los matices del mundo. Crece solo donde la verdadera bondad puede alcanzar”.

“¿Dónde puedo encontrarla?” Preguntó Faelan, su corazón latiendo rápido.
“La Flor del Corazón se esconde en la parte más tranquila del mundo, donde el sol se olvida de brillar. Está custodiada por el silencio y la duda”, dijo Glim. “Pero su luz es suave, no fuerte. Debes buscar con un espíritu gentil”.

Faelan le dio las gracias a Glim y comenzó su nuevo viaje. Fue a los rincones más tranquilos y olvidados de la tierra. Buscó debajo de piedras y detrás de viejas cascadas. El camino era a menudo oscuro, y a veces Faelan sentía ganas de rendirse. Pero pensó en el hilo azul brillante y siguió adelante.

Finalmente, en una cueva escondida, Faelan vio una luz suave. Era muy pequeña, como una estrella. Se acercó. Allí, creciendo de una grieta en la roca, había una flor. Era pequeña y parecía contener todos los colores, pero eran muy débiles, como un recuerdo. Esta era la Flor del Corazón. Se veía triste y cansada.

Faelan se sentó junto a la flor. No intentó tomarla. Solo se sentó y la miró con bondad en su corazón. Pensó en toda la belleza que los colores podrían traer. Lentamente, la Flor del Corazón se hizo un poco más brillante.

Faelan recordó las palabras de Glim sobre tejer. Usó vides delgadas y musgo suave para hacer un pequeño marco. Tocó la Flor del Corazón suavemente. Imaginó los colores fluyendo de ella. Con sus dedos, comenzó a tejer. Pensó en una hoja verde, y un pequeño hilo verde apareció en su tejido. Pensó en un cielo azul, y un hilo azul lo siguió.

Fue un trabajo lento. Muchas veces, los colores se desvanecieron en sus manos. Pero Faelan no se detuvo. Siguió intentando, siempre con bondad y paciencia. Mientras tejía, la Flor del Corazón se hizo más brillante. Sus colores brillaron con más poder.

Tejió un pequeño tapiz, lleno de colores brillantes. Entonces, Faelan sacó su tapiz afuera. Lo levantó al mundo gris. Los colores comenzaron a extenderse. Primero, un pequeño parche de hierba se puso verde. Luego, una flor mostró sus pétalos rojos. El cielo sobre él se volvió azul suave.

Faelan caminó por la tierra, sosteniendo su tela tejida brillantemente. Dondequiera que iba, los colores se despertaban. Los árboles estallaron en hojas verdes. Los pájaros cantaron con plumas brillantes. Los ríos brillaron con azul. La gente jadeó. Sus rostros, una vez apagados, ahora sonrieron. Empezaron a reír de nuevo.

Faelan enseñó a otros el arte de Tejer Colores. Pronto, toda la tierra estuvo llena de vida y alegría. El gris se había ido. La Flor del Corazón en la cueva escondida brilló con una luz fuerte y hermosa, compartiendo para siempre su magia. Y Faelan, el amable joven, fue conocido como el Tejedor de Colores, que trajo la luz de vuelta al mundo.

Fin.

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